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Las elecciones de 2018 y su traslape con el TLCAN

Opinión / Coordenadas. Enrique Quintana. Ayer el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, en entrevista con Bloomberg, hizo dos afirmaciones relevantes respecto a la renegociación del TLCAN.

La primera es que no espera que comiencen “realmente” las negociaciones del acuerdo comercial, sino hasta la última parte de este año.

La segunda es que espera que esas negociaciones no lleven un lapso “substancialmente superior al de un año”.

¿Qué significa lo anterior? Que, de manera casi inevitable, la renegociación del TLCAN se va a traslapar con los procesos electorales en México y Estados Unidos.

Vamos por partes.

De acuerdo con los términos legales que le dan la autoridad fast track al gobierno de Trump, éste debe notificar al Congreso su intención de renegociar un acuerdo comercial y dar un plazo de 90 días de consultas antes de comenzar formalmente una negociación.

Si, finalmente, en este mes de marzo, Trump notifica al Congreso la intención de renegociar con México y Canadá, estaríamos hablando de que ese proceso no podría comenzar –en el mejor de los casos– antes de la mitad de junio.

Traduciendo lo señalado por Ross a Bloomberg, quizá podríamos imaginar una negociación que en el mejor de los casos comenzaría efectivamente en agosto y que bien podría terminar en septiembre del próximo año, cuando más pronto.

Para cuando esto suceda ya habrán ocurrido las elecciones federales en México, que cambiarán al presidente de la República y a las dos cámaras de nuestro Congreso.

Y estaríamos a semanas de que se realizaran las elecciones de medio término en Estados Unidos, que tendrán lugar el martes 6 de noviembre, en las que cambiará la totalidad de la Cámara de Representantes y 33 sillas del Senado.

Esto significa que lo más probable es que la ratificación del acuerdo, en caso de que se llegue a uno, será con un nuevo Poder Legislativo en los dos países y con otro presidente en México.

La negociación, de por sí será compleja, pero el traslape de los tiempos políticos puede hacerla aún más complicada.

Si hubiera la certeza, en los dos países, de que habrá continuidad en los balances políticos y que se proyectará al futuro la misma política comercial vigente, la incertidumbre sería menor.

Sin embargo, en México habrá una elección presidencial competida y previsiblemente ninguna fuerza partidaria obtendrá mayoría absoluta en el Congreso.

Y en Estados Unidos, el margen que le da la mayoría a los republicanos en las dos cámaras es estrecho y eventualmente podrían perderlo.

La incertidumbre que hoy tenemos bien podría perdurar por todo este año y todo 2018… por lo menos.

Si ese es el cuadro que se perfila, me parece que una condición que debiera establecer nuestro país en esta negociación es una declaratoria inicial en la que se definan los alcances de esa negociación.

Si no se acota lo que eventualmente sería objeto de revisión, se puede generar un ambiente que inhiba la inversión por un periodo prolongado, lo que puede afectar negativamente al crecimiento –al menos– de los siguientes dos o tres años.

Ya con los factores internos tendremos suficientes elementos de incertidumbre como paras agregar otros más que podrían paralizar las decisiones económicas en el país.

Twitter: @E_Q_

Fuente: El Financiero

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