Washington. — China, como todos, está a la expectativa de lo que pueda suponer la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El cambio
significativo de las políticas del gobierno estadounidense en el mundo son todavía una incógnita, pero lo que sí parece que va a suceder es
la conversión de Estados Unidos en un país proteccionista. Y, en caso de que así sea, Beijing tiene mucho que ganar, especialmente como
potencia económica y comercial.
“China va a tener un mayor liderazgo a nivel global en el frente económico”, apuntó a EL UNIVERSAL Ian Bremmer, experto en política
exterior y presidente de la consultora política Eurasia Group.
Según el reconocido analista, actualmente China es “el único país con una estrategia económica global”, lo que socava la posición
internacional de Estados Unidos.
La tendencia al proteccionismo de Trump y su aversión a los grandes tratados de libre comercio “reforzará la impresión en Asia de que la
región necesita a China para su prosperidad y crecimiento económico”, señaló a EL UNIVERSAL la doctora Chunjuan Wei, catedrática de los
estudios de Asia Oriental y países de la costa del Pacífico de la University of Bridgeport. “No hay ninguna duda de que los chinos se pueden
beneficiar de unos Estados Unidos con un rol de menos liderazgo mundial”, remató.
Según los expertos, los líderes mundiales ya están tomando las riendas del nuevo orden global que se puede establecer. Latinoamérica y
África ya se están acercando al gigante asiático, y Moscú se está acercando a Beijing. Ante este reto, Bremmer apostó por una China activa,
“intentando construir alternativas, gastando mucho dinero en infraestructura, dando grandes discursos sobre qué quiere hacer en la región
e intentando construir instituciones adicionales que creen una mayor integración de
las economías”.
En este sentido, Wei apostó por la consolidación del Acuerdo Económico Comprehensivo Regional (RCEP) entre países de la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), dentro de un marco “más conveniente” para China.
Para Bremmer, el auge de la importancia económica de China en la región asiática no surge de la victoria de Trump, sino que es resultado
del fallido “giro” internacional de la administración Obama, quien no tuvo una política consistente para consolidarse como hegemonía
económica en la región. La política de Trump de “Estados Unidos primero” pone “definitivamente la puntilla” al fracasado intento de reinado
de EU en el continente asiático, lo que va a derivar en “una mayor influencia política de los chinos” en la región.
Consultada por las consecuencias de este cambio, la profesora Wei advirtió del riesgo que puede suponer dar demasiado poder a Beijing.
“Si China, el mayor poseedor de deuda de EU, desecha el dólar, la economía de EU podría sufrir”, alertó.
Sin embargo, la experta vislumbró un halo de esperanza: “Trump es un negociador y China ama los negociadores. Hay una gran
oportunidad para que las relaciones económicas China-EU puedan ser mejores”.
La duda recae en si Trump, como anunció en campaña, entrará en una guerra comercial con Beijing o, al contrario, decide colaborar con el
gigante asiático.
Para Wei, se verá en su toma de decisiones: puede apostar por dejar que entre capital chino para infraestructura y crear puestos de trabajo,
o entrar en una guerra de aranceles que, al final, sería negativa para ambos lados.
La mayor influencia de China, sin embargo, va a ser por el momento limitado al rol económico
y comercial.
Según Bremmer: “Beijing todavía no puede convertirse en un actor más global por no tener dominio en tecnología, ser todavía importador
de energía y comida, por tanto, tiene poca maniobra en este ámbito, y el hecho de que en términos militares, no tenga capacidad de juego
más allá de la región asiática”.