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Los primeros aciertos en política exterior del nuevo gobierno de México


Méxicoxport, Comercio exterior y aduanas, Redacción

El nuevo secretario de Relaciones Exteriores: Marcelo Ebrard Casaubón, es licenciado en Relaciones Internacionales por el Colegio de México, mano derecha del presidente, pero sobre todo un político experimentado, tuvo como reto el haber gobernado a una de las ciudades más grandes del mundo, el D.F, ahora CDMX. No es un diplomático de carrera, pero al paso de los años se ha sabido mover en el terreno de las relaciones sociales y políticas, lo que le ha dado la suficiente capacidad para tratar temas con sutileza y destreza.

Uno de los primeros aciertos en política exterior fue designar a Jesús Seade como negociador y representante del gobierno de AMLO en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte, ahora (T-MEC), que enriqueció el dialogo, junto con las autoridades de la administración pasada Luis Videgaray: ex secretario de relaciones exteriores, e Ildefonso Guajardo: ex secretario de economía. Jesús Seade y Robert Brady representante de EE.UU acordaron que las empresas estadunidenses en el sector energético no podrán demandar al estado mexicano en caso de que se les anule algún contrato, con esto queda asegurada la posibilidad de nuevas políticas energéticas, que prometen cerrarle las puertas a los inversionistas extranjeros como parte de la estrategia nacionalista de la nueva administración federal.

Durante la etapa de transición, en julio pasado, quedó claro que la prioridad para el nuevo gobierno sería la relación con Estados Unidos, pues a tan solo unos días de la victoria, AMLO invitó al secretario de estado Mike Pompeo y a una delegación especial del gobierno de Estados Unidos, para dialogar temas importantes, como seguridad, migración y comercio. Desde ese primer acercamiento con la delegación estadunidense, ya estaba en los planes de Marcelo Ebrard y del presidente la inversión conjunta en América Central como un plan prioritario para frenar la migración centroamericana.

El pasado 1 de diciembre en la toma de posesión del Presidente, una vez más se trató especialmente a la representación del gobierno Estados Unidos: Ivanka Trump, hija de Donald Trump, y a su esposo Jared Kushner, mano derecha y asesor de Trump, en todo momento Ivanka fue acompañada por Beatriz Gutiérrez Müller y Andrés Manuel López Beltrán, esposa e hijo del presidente, lo cual fue una distinción particular.

Fue precisamente en este momento que se evidenciaron las tácticas del nuevo gobierno federal, se cuidó que no se encontraran en el mismo sitio Ivanka Trump y el presidente de Venezuela: Nicolás Maduro. Ivanka estuvo presente en la toma de posesión, y el polémico Nicolás Maduro (que ya había sembrado controversia antes de si quiera estar presente) fue abucheado por los panistas durante el acto solemne, sin embargo sí acudió a la comida en Palacio Nacional. Fue un acierto que Nicolás Maduro no estuviera en la toma de posesión, ya que los ánimos estaban “caldeados”.

Esta situación mostró que el nuevo gobierno será neutral y respetuoso con las demás naciones, y que se regirá por el principio de la “no intervención”, honrando la política exterior de antaño, y contrastando con la del sexenio de Peña Nieto, donde Luis Videgaray exponía constantemente en foros internacionales estar en desacuerdo con el gobierno de Maduro, pues según el ex canciller “Venezuela había dejado de ser una democracia funcional” (Proceso, 2018).

En octubre de este año, la Caravana Migrante evidenció la crisis humanitaria, económica y política de Guatemala, El Salvador y Honduras. Estos problemas que durante años se han suscitado en Centroamérica simplemente se hicieron visibles. La pobreza, la violencia y la ingobernabilidad, han orillado a miles a dejar a sus países. Esta crisis, que durante años no hacía más que crecer, exigía desde hace tiempo una solución internacional conjunta, especialmente de los países del continente americano. Es un acierto que desde la primera reunión con el gobierno de Estados Unidos, se haya planteado crear un plan integral para frenar la migración centroamericana. Ahora esto es una realidad y a iniciativa de México, los dos países planean invertir en Centroamérica y México: 35mmd, como medida para frenar la migración.

Precisamente el tema de los migrantes centroamericanos ha desatado un estire y afloje entre ambas naciones; cuando la caravana inició su camino hacia EE.UU, Donald Trump presionó para que México los detuviera e hiciera el trabajo duro para impedir su paso, incluso sigue insistiendo que nuestro país pagará el muro. Actualmente el gobierno de México ya aceptó acoger a los migrantes que esperan respuesta para recibir asilo en EE.UU; según la cancillería mexicana esta decisión fue tomada de forma soberana, aunque la prensa del país vecino expresa que fue una imposición de Estados Unidos. Sea como sea, esto es favorable para los centroamericanos; el darles acogida, concuerda con lo que ha venido haciendo nuestro país, una política humanitaria y de solidaridad. A pesar de estas primeras controversias, Donald Trump se ha expresado muy bien de López Obrador y ha dicho que la relación es mejor que con el anterior presidente.

Fue una decisión acertada la designación de Martha Bárcena la nueva embajadora de México en Estados Unidos, quien es diplomática de carrera, miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1979 y tiene gran experiencia en el área. En su discurso de toma de protesta ante el senado, abordó temas prioritarios en la agenda de México: como la separación de niños migrantes, los dreamers, las deportaciones y protección consular.

El nuevo gobierno tendrá como prioridad las relaciones con los países vecinos, es decir, con Estados Unidos y Centroamérica. Es favorable que la secretaria de gobernación: Olga Sánchez Cordero exprese que los principios rectores para la nueva política migratoria serán: el respeto a los derechos humanos y la cooperación para el desarrollo de los países centroamericanos. Para esto será necesario la modernización del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Lo cual contrastará con la administración anterior cuyas políticas migratorias eran de contención y de seguridad, ignorando los derechos humanos de los migrantes (El Economista, 2018).

También es muy importante que México, a través de su participación en foros a nivel mundial, recupere el liderazgo que ha perdido en América Latina.

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