Independiente de Hidalgo, Opinión / Columnas, Ricardo Ravelo
La corrupción en el sistema aduanero, sobre todo el que opera en los aeropuertos del país, parece no tener límites. Seguramente es un tema que la nueva titular del Sistema de Administración Tributaria (SAT) Margarita Ríos Farjat ignora.
El cambio de administración federal trajo consecuencias serias en el tema de la corrupción atroz que prohijaron los gobiernos priistas y panistas en México.
Una de las dependencias con mayor corrupción – después de Pemex, por supuesto– es el SAT y, particularmente, la Administración General de Aduanas (AGA), donde se facturan cerca de 3 mil 500 millones de pesos todos los días por importaciones y exportaciones.
Muchos administradores –en México existen 49 aduanas en total– han sido despedidos por atreverse a pasar cargamentos de armas, dinero o drogas, como pasó recientemente en Reynosa, Tamaulipas.
Pero eso no es lo más grave: en Tijuana, Baja California, por ejemplo, se creó una banda que opera al interior del aeropuerto de esa ciudad fronteriza y se dedica a las extorsiones.
Ese grupo criminal, de acuerdo con las denuncias, es encabezado por Ricardo Daniel Garduño Barrera, subadministrador de la aduana del aeropuerto de Tijuana, de quien se asegura que no fue nombrado por la titular de la aduana de Tijuana Viridiana Soria, sino que más bien fue impuesto.
De acuerdo con diversas denuncias –las autoridades locales y federales ya analizan los pormenores– esa banda también utiliza el impacto de las redes sociales, como Twitter y Facebook, principalmente, para consumar sus aviesos fines.
La banda, según las acusaciones referidas, está conformada por una amplia red de operadores y tiene su base en el aeropuerto de Tijuana, uno de los más boyantes del país, precisamente por su cercanía con Estados Unidos.
Con base en las acusaciones, los usuarios que envían sus mercancías al interior de la República son extorsionados a veces con amenazas y en otras ocasiones con argumentos inusuales con el fin de que paguen una cuota extra por sus envíos, de otro modo les complican sus trámites.
La responsable de esas maniobras, según los denunciantes, es Susana Rodríguez, a quien se le identifica como empleada del SAT; ella opera en contubernio con Víctor Manuel Virgen, también trabajador del SAT, señalado como uno de los principales extorsionadores, todos ellos están estrechamente ligados al subadministrador Ricardo Daniel Garduño, de quien se afirma brinda protección oficial al grupo.
De acuerdo con las denuncias, tanto Susana Rodríguez como Víctor Manuel Virgen reciben órdenes del subadministrador del aeropuerto Ricardo Daniel
Garduño para implementar las extorsiones.
Se afirma que el principal argumento que les esgrimen a los clientes es que si no pagan la cuota adicional “les vamos a embargar la mercancía”.
Como los clientes no quieren enfrentar problemas ni trabas, la mayoría de ellos acceden a realizar el pago. Cuando Susana Rodríguez ha logrado su objetivo –la extorsión– entra en escena un personaje que en las denuncias es referido como “Óscar”, quien es el responsable de recibir el dinero.
Óscar es un personaje misterioso, según los denunciantes.
En las querellas se le describe de esa forma: “Es muy silencioso, habla poco y durante todo el día se le puede ver estacionado en el aeropuerto de Tijuana y sin hacer nada. Su labor es acudir al llamado de Susana Rodríguez, su cómplice, para realizar los cobros”. Uno de los argumentos que utiliza Susana al interior del aeropuerto es que ella tiene todo el apoyo del subadministrador de la terminal aérea. De esa manera hace sentir que no solo tiene poder sino libertad para actuar sin enfrentar consecuencias.
Cuando Susana ha concretado la extorsión, Óscar procede a ver a los clientes. Las denuncias detallan lo que sigue: “Contacta a los usuarios, les quita las guías y los lleva al interior de la aduana”. Ahí aparece otro miembro de la banda, Jorge Luis Rodríguez, quien por instrucciones de Susana sella las guías y se las regresan para que la mercancía sea enviada a su destino.
Según las quejas y denuncias, el subadministrador del aeropuerto también tiene otro cómplice clave. Se llama Víctor Virgen Villa y es vista aduanal, con quien recientemente tuvo algunas diferencias porque se descubrió que operaba por su cuenta y no le reportaba ganancias a la banda.
Virgen Villa entró a trabajar como vista aduanal apoyado por varias recomendaciones de amigos y contactos suyos, según se afirma. Luego se supo que se relacionó en el negocio de las extorsiones con Octavio Rivera, conocido como el Ruso –quien se convirtió en su hombre de confianza– y trabaja como cargador de cajas en la empresa Seguro Llega.
Ese personaje también se ocupa de cobrar las extorsiones y se asegura que Ricardo Daniel Garduño lo sabe.
De acuerdo con las denuncias, otro operador de Ricardo Daniel Garduño es Baltazar Terrazas Ciapara.
Se asegura que es su enlace externo. En las denuncias se afirma: “Terrazas maneja todo el dinero, es uno de los principales contrabandistas del país, mueve licores y todo tipo de mercancías presuntamente ilegales”. Torres tiene una historia sucia: enfrenta varias demandas en la Ciudad de México por parte del banco HSBC y de empleados que lo han acusado de incurrir en abusos.
Baltazar Terrazas, de igual forma, utiliza las redes sociales Twitter y Facebook para llevar a cabo las extorsiones mediante golpes bajos basados en historias personales de funcionarios públicos. Gracias a sus relación con Ricardo Manuel Garduño, se asegura que tienen “puertas abiertas” en el aeropuerto de Tijuana para mover mercancías presuntamente ilegales.
En Tijuana y Sinaloa Baltazar Terrazas cobró mala fama por ser propietario de casas de cambio, muy socorridas, por cierto, por el crimen organizado en actividades de lavado de dinero. De acuerdo con las denuncias, Ricardo manuel Garduño presume estar protegido por el titular de la AGA, Ricardo Peralta.
La banda de extorsionadores que presuntamente encabeza Ricardo Manuel Garduño, según datos confirmados, se acaba de formar tras su llegada, hace menos de un mes, a la subadministración de la aduana del aeropuerto tijuanense.
Se asegura que todas esas operaciones de extorsión ocurren a espaldas de la administradora general de la aduana de Tijuana Viridiana Soria, quien al parecer desconoce lo que ocurre en la terminal aérea, particularmente en el área de carga.
Sin embargo, es un secreto a voces, principalmente en Baja California, que un exadministrador de la aduana de Tijuana en los tiempos del gobierno de Felipe Calderón amasó una fortuna descomunal calculada en unos 6 millones de dólares, producto de negocios ilegales y los guardó en una mansión de su propiedad ubicada en Puerta de Hierro, uno de los fraccionamientos más lujosos de Tijuana. De eso hablaremos en otro momento.
Lo cierto es que en el gobierno de López Obrador existe una fuerte preocupación por lo que está ocurriendo en las aduanas, sobre todo por el elevado nivel de corrupción, como ocurre en la aduana del aeropuerto de Tijuana, cuyos funcionarios –se asegura– se agruparon y operan como todo un cártel dedicado a las extorsiones.
A nivel federal, se sabe que se está llevando a cabo una limpia en todo el SAT y particularmente en las aduanas.
A ello responde el nombramiento de Margarita Ríos Farjat como responsable del SAT, quien recientemente tuvo una fuerte diferencia con Ricardo Peralta, titular de la Administración General de Aduanas (AGA) al detectarse varias irregularidades y presuntos actos de corrupción.
Lo que argumentó Ríos Farjat en el oficio interno que le hizo llegar a Peralta es que le estaba pasando por alto varios trámites, entre otros, la entrada de hidrocarburos al país que, según Ricardo Peralta, eran órdenes del presidente. Aun así, Ríos Farjat pidió ser informada de todo lo que ocurra en las aduanas.
La banda que opera al interior de la terminal aérea de Tijuana también usa redes sociales para enderezar campañas difamatorias en contra de funcionarios y de esa manera exigirles fuertes sumas de dinero.
De acuerdo con los denunciantes, no se descarta que en otros aeropuertos y aduanas haya bandas muy bien organizadas dedicadas a la extorsión.
¡Qué grave!