El Economista / El Salvador, Poder, Mariana Belloso.
Aseguran que El Salvador se ha vuelto un importante proveedor de prendas de uso médico, de vital importancia en la batalla contra el covid-19. Ahora la producción está detenida.
Al menos dos de las mayores asociaciones de la industria textil y de la confección en los Estados Unidos han enviado cartas al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, para que modifique el decreto 22 que rige la actual cuarentena, y que ordenó el cierre de las industrias no consideradas vitales durante la actual pandemia de covid-19.
Tras el envío de estas cartas, fuentes cercanas al sector textil confirmaron que el Gobierno de El Salvador ha dado desde ayer viernes la autorización para que las tres empresas que están produciendo insumos médicos para el mercado estadounidense reanuden sus operaciones. La fuente afirmó que hubo también intervención de tipo diplomático para que se diera este permiso
Este cierre incluía a varias fábricas que habían readecuado sus procesos para comenzar a elaborar prendas de equipo de protección personal (EPP), como mascarillas y batas, que son utilizadas por personal médico. Algunas de estas fábricas incluso donaron insumos para que el Gobierno, durante la emergencia.
Pero también las producían para exportarlas, principalmente hacia los Estados Unidos, donde las empresas compradoras habían firmado contratos con el propio Gobierno estadounidense, afirmó la American Apparel & Footwear Association (AAFA), firmante de una de las misivas dirigidas al presidente Bukele.
“Le pedimos que cancele inmediatamente esta orden con respecto a las instalaciones que producen y distribuyen EPP y sus materiales”, decía la AAFA, que engloba a buena parte de la industria textil y de calzado en los Estados Unidos. Agregó que El Salvador se ha convertido en un importante proveedor de este equipo.
En algunos casos, las fábricas ya producían estos artículos, pero en otros, las instalaciones se han readecuado para la producción de estas prendas, “urgentemente necesarias para salvar vidas”, señaló la asociación. Estas instalaciones cumplían con las medidas para prevenir que los trabajadores se expongan a la enfermedad, agregó.
“Este sistema ha permitido a empresas estadounidenses celebrar contratos de largo plazo con el gobierno norteamericano y otras entidades, para producir y distribuir EPP utilizando a El Salvador como base de operaciones”, aseguró.
La noticia del cierre de estas fábricas, pesa a la aplicación de protocolos de seguridad, es sorprendente, dijo la Asociación, porque no solo ahoga una importante fuente de EPP en un tiempo en la que este es urgentemente requerido, sino que también socava la reputación de El Salvador como un socio comercial confiable para los Estados Unidos.
“Cada día que estas instalaciones permanecen cerradas, se está negando a pacientes y médicos el acceso al equipo de protección personal, y es otro día que se le niega a trabajadores salvadoreños una forma segura de ganarse la vida. Por favor, modifique el decreto 22 para permitir que estas fábricas continúen su misión de salvar vidas”, concluyó.
El remitente de la segunda carta es la gremial más grande de la industria textil estadounidense, el National Council of Textile Oranizations (NCTO). “Lo instamos a hacer una excepción con la manufactura de EPP”, dice la NCTO, y afirma que la asociación entre empresas de Estados Unidos y El Salvador para producir este equipo es clave para cubrir las necesidades médicas y salvar vidas
El NCTO también recordó que hay escasez mundial de este tipo de prendas, y al no contar con las fabricadas en El Salvador, se aumentaría la dependencia a otros proveedores, como China.
Al igual que la AAFA, el NCTO señala que las operaciones en las fábricas salvadoreñas se realizan bajo estrictos protocolos de seguridad, para proteger a los trabajadores.