“NAFTA ha destruido nuestro país”.
Donald Trump
Después de un tropezón inicial la noche del 8 al 9 de noviembre, las bolsas estadounidenses han superado el miedo a Donald Trump y han tenido avances significativos. El Dow Jones se encuentra en niveles históricamente altos. No ha sido el caso, sin embargo, de las acciones mexicanas ni del peso, que han sido los mayores perdedores en los mercados desde la elección de Trump.
Los inversionistas siguen desconfiando de Trump, pero por lo menos piensan que si cumple su promesa de bajar los impuestos corporativos se liberarían los 2.5 billones (millones de millones) de dólares que las empresas estadounidenses mantienen en el extranjero por el impuesto adicional que tendrían que pagar en caso de llevarlo a Estados Unidos. Esta simple medida podría generar un fuerte impulso a la economía estadounidense. En el caso de México, el pesimismo es producto de lo que Eric Martin y Nacha Cattan de Bloomberg describieron como la “excepcional hostilidad” que Trump ha exhibido hacia el país.
La amenaza de construir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, y obligar a los contribuyentes mexicanos a pagar por él, es la que más atención pública ha generado. Pero la medida, aun en caso de que pudiera llevarse a cabo, no tendría realmente consecuencias importantes. Ya hay muros en buena parte de la frontera y no han afectado el flujo de migrantes. En los últimos años, por otra parte, el saldo migratorio de mexicanos a Estados Unidos ha sido negativo. Tampoco la amenaza de deportar a los mexicanos en la Unión Americana es preocupante. Obama ha sido el presidente estadounidense que más mexicanos ha deportado, pero esto no ha tenido un impacto significativo en la economía.
Abolir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) es una amenaza mucho más seria. El comercio entre México y Estados Unidos supera los 540 mil millones de dólares y genera una enorme actividad productiva a ambos lados de la frontera. El superávit mexicano es superior a los 60 mil millones de dólares. Pero lo significativo es que las cadenas de producción de miles de empresas se extienden por toda Norteamérica. La abrogación del tratado traería consigo una disrupción económica en los tres países signatarios que generaría una recesión.
Muchos analistas consideran que Trump no sería tan estúpido como para aplicar una medida que costaría millones de empleos en Estados Unidos. Las promesas de campaña se hacen para romperse, dicen. Y quizá sea cierto para los políticos tradicionales, como Bill Clinton, quien hizo campaña en 1992 contra el TLC sólo para firmarlo en 1993. Pero Trump no es un político tradicional. Su promesa de abrogar el TLCAN fue tan visible que no sería fácil soslayar que ha decidido no hacerlo.
La simple amenaza tiene un efecto negativo. Quizá Trump no quiera o no pueda legalmente acabar con el TLCAN. Pero mientras exista el riesgo de que quienes invierten en México para producir bienes de exportación a Estados Unidos serán castigados, no habrá mucha inversión. Al contrario, algunas inversiones que se han hecho para aprovechar la red de tratados de libre comercio de México podrían mudarse para establecerse directamente en el mayor mercado del mundo.
El temor al triunfo de Trump en los mercados internacionales duró apenas unas horas. Las consecuencias en México se están extendiendo. Pero no es un miedo irracional. Si Trump cumple la promesa de abolir el TLCAN, México sufriría un golpe brutal. Y quizá no le importe a Trump que con esto destruya millones de empleos en la Unión Americana.
· BIEN PORTADITO
Estamos viendo a un Trump muy bien portadito, tanto en sus palabras hacia Hillary Clinton como en su visita de ayer a la Casa Blanca. La pregunta es si estamos viendo una fachada o si el Trump anterior era falso.
@SergioSarmiento