Minuto Uno / Consumo / Federico Luzzani.
Brian Rabouan confecciona jeans en Arrecifes y explica que el problema no son lo salarios sino los costos en dólares y la carga impositiva. Qué reclama.
Impuestos, costos, un mercado interno muy castigado que lo hace recordar con nostalgia el período 2003-2014 y la imposibilidad de pensar en exportar. Brian Rabouan tiene hace 27 años una empresa textil que fabrica pantalones en Arrecifes para primeras marcas y para otras más accesibles, pero transportar cada pieza a Buenos Aires le sale 3 pesos sin contar el IVA y el seguro, entre otros gastos.
“Cuando una empresa fija precios no es solo impuestos, también están las tasas de interés, tenés un mercado chico, tenés incobrables”, enumera. También está el flete: los $3 por pantalón son por tramo y “contratar la entrega sale más caro”.
“Mis clientes exportan. Poco, pero algunas de primera línea exportan porque tienen tiendas en el exterior”, indica a minutouno.com el dueño de una empresa con 650 empleados. En su cuenta de Twitter, Rabouan contó que su firma tiene una oficina en Shanghai y que producen para marcas premium como Mango o JC Penney.
“Que mis productos se vendan en el exterior es inviable por los costos, por la cantidad de impuestos y los altos precios que tenemos en dólares”, detalla a pesar de que un obrero suyo fabrica ocho pantalones por hora, igual que en China, de modo que explica que no es ahí donde reside el problema de competitividad.
En ese sentido indica que “los insumos en dólares en Argentina son muy caros: cierres, hilos, piedras para lavar pantalones, telas”. Pero también señala otros problemas para exportar y en ese sentido apunta a “una estrategia a nivel país”.
“Argentina debería incentivar a través de maquilas -zonas libres de impuestos para la fabricación-, créditos a muy largo plazo y muy baja tasa para incentivar la inversión en capital y bajar los impuestos”, argumenta entre otros reclamos.
“El salario primario (masa salarial antes de la deducción de las retenciones desembolsadas por las empresas a sus trabajadores, N. del R.) en China fue más alto en dólares que el de Argentina, entonces no es que los chinos son más baratos porque es trabajo esclavo, son competitivos porque el país los hace competitivos, aparte de que es otra escala de mercado”, analiza.
“Un jean básico me sale más o menos 15 dólares y en Bangladesh sale 6 o 7, es todo impuestos”, grafica.
“El problema del mercado interno es la enorme recesión, no hubo tanto problema con la importación; afectó pero no fue el factor principal porque si hubiese consumo como hubo de 2003 a 2014, podríamos convivir con importados sin problemas”, advierte y agrega: “Me parece bien que se importe cuando acá no da abasto la producción, que es lo que pasaba”.
En ese sentido denuncia que “el consumo cayó un 70% a nivel nacional en los últimos 3 años”.
Charly Fernández trabajó durante 25 años en la mítica confitería de Mar del Plata. Este miércoles los desalojaron tras 230 días de toma. El relato de la lucha en primera persona.
“Les dije a mis compañeros: acá no termina nada, acá empieza todo”, repite Charly Fernández, uno de los trabajadores de la confitería Boston a minutouno.com luego de sufrir el desalojo en el local de Boulevar Marítimo y Urquiza. Separado y con una nena de 6 años, pasó meses con lo justo y ahora sabe que debe buscar trabajo en una ciudad y un sector laboral muy golpeados. Charly trabajó 25 años en la Boston, comenzó a los 14 como cadete y trabajaba como mozo cuando los dejaron en la calle. Comenzó a sospechar lo que se venía y, previsor, pudo ahorrar. Pero 230 días sin un ingreso regular son duros. Cuenta que hay compañeros en una situación muy delicada. Él vio cómo la situación se complicaba con varios síntomas. Por ejemplo, comenzaban a pagarles en cuotas. “En las primeras semanas pensé: ‘estos tipos nos van a dormir’. Ahorré lo más que pude para poder ver si era real y el tiempo me dio la razón. Me pude sostener y equilibrarme un poco porque tengo casa propia, solo pago los servicios”. “Sabemos que este es un gobierno insensible que desprecia al laburante” “O nos enfocábamos en esto o la lucha no hubiese durado tanto”, explica antes de volver sobre la venta de café y medialunas que ocupó a los medios del país durante algunos meses y que a ellos les sirvió para tener visibilidad. “Con lo poco que producíamos pagábamos el día a día, las cuentas mínimas. Eso nos ayudó un poco”, agrega. “Había gente que daba charlas e íbamos con termos y medialunas. Nos daba visibilidad y hacíamos un mango encima”, revela. Ahora sabe que debe “salir a buscar trabajo en lo inmediato”. “Estoy separado, tengo muy buena relación con la mamá de mi hija. Somos laburantes y la mamá tiene trabajo”, relata. “Ella entiende que esto fue algo que vino por afuera, que no fue creado por los laburantes”, indica. “Me pude sostener y equilibrarme un poco porque tengo casa propia, solo pago los servicios” “Hay compañeros que alquilaban y tuvieron que volver con sus familias o pedir prestado, a su vez compañeros que tuvieron que empeñarse con usureros. Si tenías un crédito tratabas de liquidarlo”, aporta. Además cuenta que la situación presenta un horizonte oscuro porque “Mar del Plata es la ciudad de la desocupación porque durante primavera y verano se ve algo de movimiento, pero después es una situación muy dura”. “En el verano hacemos unos pesos porque sabemos que durante el año viene crudo y estos últimos 3 años fueron galopantes. Nuestra realidad fue como una excepción a la regla: la empresa se vendió hace dos años y los que compraron vinieron a vaciarla”, indica. “Vinieron a vaciar la confitería y quedarse con la marca, cansar a los empleados, en estos de 2 años cerraron dos sucursales de cinco”, recuerda. “Sabemos que este es un gobierno insensible que desprecia al laburante, para el que el laburante es un costo”, apunta. “Sabíamos que era una lucha contra el poder económico, político, judicial, teníamos varios factores en contra. Las plazas gastronómicas están ocupadas, en ese espacio se flexibilizo mucho el laburo y se paga por debajo del convenio”, explica. Como la situación es tan complicada, “hay mucha gente necesitada que acepta esas condiciones”. Y concluye: “Esta lucha la vamos a seguir porque una vez que salimos nos lo propusimos, para que esto no quede como los 230 días y el desalojo”.