Lexlatín, Reportajes, Lara Valencia
El fin del verano en Europa no cierra el capítulo del tratado entre la Unión Europea (UE) y Mercosur con las mismas expectativas que lo hacía a su inicio. Alemanes, españoles y franceses, entre otros, hacían las maletas de las vacaciones europeas en junio en un escenario, aparentemente, favorable para culminar 20 años de negociaciones. La temperatura en algunos debates fundamentales se ha elevado y septiembre cierra sin asegurar la ratificación del texto.
Por un lado, Francia dijo en agosto que no respaldaría el acuerdo. El Gobierno de este país se mostró muy crítico con las políticas ambientales de la actual Administración de Brasil, acusando al presidente Jair Bolsonaro de haber mentido en la cumbre del g20 en Osaka. Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, consideró que la actitud del gobierno brasileño ante los incendios que están devastando la Amazonia muestra una falta de compromiso y respeto a los acuerdos alcanzados en materia medioambiental. A las acusaciones y advertencias se sumaron Irlanda y, más recientemente, Austria, cuyo parlamento votó en contra del acuerdo el 19 de septiembre.
Por otro lado, el bloque crítico ya no está instalado exclusivamente en Europa. La previsible victoria del peronista Alberto Fernández en las elecciones argentinas podría ser un refuerzo al cambio de rumbo en el acuerdo. Fernández no ha manifestado intención de dilapidar el acuerdo, pero sí ha insistido en desmarcarse de la postura del Gobierno de Macri. El actual presidente argentino ha sido uno de los más convencidos defensores del tratado en sus términos actuales, pero la coyuntura del país no se presta para certidumbres en ningún tipo de asunto y las condiciones del acuerdo podrían verse revisadas si Fernández gana las elecciones del 27 de octubre.
Pablo J. Gayol, socio especializado en comercio internacional y derecho aduanero de Marval, O’Farrell & Mairal, cree que es apresurado considerar que un triunfo de Fernández implique que el tratado no se vaya a ratificar. Debido, precisamente, a la situación actual del país, el socio dice que necesitan inserción internacional, tanto comercial como financiera. Al igual que en la conversación que mantuvo con LexLatin en julio, tras anunciarse la firma del tratado, el socio pone el foco en las relaciones comerciales entre Argentina y Brasil.
“Es difícil pensar que Argentina pueda abandonar su alianza comercial con Brasil, pero si este sigue una línea divisoria por los acuerdos de libre comercio, existe una alta posibilidad de que Argentina siga ese rumbo”, apostilla.
Antes las presiones y críticas mencionadas al Gobierno brasileño, Bolsonaro advirtió que el acuerdo podría peligrar si Alberto Fernández llega a la Casa Rosada. Ana Teresa Caetano, coordinadora de la práctica de comercio exterior en Veirano Advogados, sigue defendiendo que para Brasil los beneficios del acuerdo son muchos y variados. Considera que rechazar o retrasar el acuerdo negociado “sería extremadamente perjudicial” para los intereses comerciales y económicos de Brasil. Además de cuestiones como el aumento de la competitividad de la economía, una mayor seguridad jurídica y el fortalecimiento de la cooperación en áreas estratégicas, entre otras, Caetano cree que la capacidad de negociar e implementar un acuerdo comercial, como el tratado UE-Mercosur, le da impulso a Mercosur para poder negociar y finalizar otros acuerdos comerciales relevantes, como el recientemente negociado con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés).
Esteban Ropolo, socio de la práctica de comercio exterior de Baker McKenzie – Argentina, también cree firmemente que no sería una buena idea reabrir la discusión: “Podría implicar la muerte del mismo, ya que hay lobbies en ambos lados en contra. Reabrir la negociación sería un claro ejemplo de cómo ‘lo mejor es enemigo de lo bueno’. Probablemente resultaría, en el actual contexto internacional, en el congelamiento del acuerdo por muchos años”.
Hace tres meses el cuestionamiento al tratado parecía centrarse en las ventajas y desventajas puramente comerciales que traería para los Estados implicados. Sin embargo, la actualidad de la emergencia climática ha provocado la coyuntura perfecta para los críticos con el tratado. En todo este tiempo no solo se ha hablado de los incendios en la Amazonia. Hace tan solo unos días tuvo lugar la cumbre del clima organizada por Naciones Unidas en Nueva York que, unida a la convocatoria de la huelga mundial por el clima el 27 de septiembre, provoca que el foco de conversación sean las relaciones comerciales ante el desafío del cambio climático.
¿Cómo se oponen y complementan las prácticas de derecho medioambiental y comercio para hacer frente a estos desafíos? La deforestación ha aumentado desde que Bolsonaro fuera elegido en Brasil, aunque Esteban Ropolo menciona que el problema viene de antaño. Explica que Mercosur es uno de los bloques comerciales más cerrados del mundo. “El comercio y la protección del medioambiente no son antitéticos. La integración al mundo es la mejor herramienta para acordar políticas comunes para proteger el medioambiente y, a su vez, perseguir un desarrollo sustentable con el acceso a nuevos mercados a cambio de dicha protección. El aislamiento internacional es el mejor aliado de prácticas reñidas con la protección del medioambiente”.
Pablo J. Gayol y Ana Teresa Caetano también apelan a los acuerdos comerciales como herramientas para unificar políticas medioambientales en pro de estructuras de competencia leales. Gayol recuerda que hay otros aspectos más allá de las cuestiones tarifarias. “Sin relaciones comerciales fuertes entre los bloques, la capacidad de influir en los procesos productivos de las otras partes son muy bajos”, añade. La socia de Veirano señala que el acuerdo UE-Mercosur tiene un capítulo específico sobre comercio y desarrollo sostenible, que está supeditado a los Acuerdos Multilaterales sobre el Medioambiente, incluido el Acuerdo de París sobre cambio climático y otros objetivos relacionados con la preservación y el uso sostenible de la biodiversidad y los bosques, el respeto a los derechos laborales y la protección de los derechos de las poblaciones indígenas.
Poco más puede especularse por el momento. Al margen de lo que ocurra en las elecciones en Argentina, nada cambiará la complejidad de un bloque como la Unión Europea, compuesto por 28 Estados. Al cierre de este reportaje, Austria se prepara para unas elecciones (29 de septiembre) de las que saldrán un nuevo parlamento y ejecutivo, pero el nuevo Gobierno estará obligado a aplicar el veto. Algunos analistas ya han hablado de un posible efecto contagio en otros países de la Unión Europea que podría, por lo menos, llegar a retrasar el pacto durante décadas.