En un entorno de volatilidad económica y la crisis de tratados como el Nafta y el TTP como telón de fondo, la región tiene pactados o en vías de desarrollo acuerdos de libre comercio con Indonesia, Japón, México y Mercosur.
La Unión Europea (UE), en busca de nuevas alianzas en el tablero mundial del comercio. En mitad de la creciente ola de proteccionismo en Estados Unidos, y con las crisis de tratados como el Nafta y el TTP como telón de fondo, la región tiene pactados o en vías de desarrollo varios acuerdos de libre comercio bilaterales. Se trata de documentos bilaterales con países como Japón o México y regiones como Mercosur, con el fin de favorecer y blindar los intercambios comerciales entre ambas partes.
La estrategia de Bruselas de sumar nuevas alianzas en todo el mundo se aleja de la política adoptada por el presidente de Estados Unidos en el último año. Donald Trump firmó en enero de 2017 la salida oficial de su país del acuerdo de libre comercio de Asia Pacífico (TPP por sus siglas en ingles) y congeló los contactos para la negociación de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (Ttip), que Estados Unidos y la UE llevaban negociando desde 2014.
El pacto en negociaciones más avanzado, cuyas bases definitivas se cerraron el pasado diciembre, es el Acuerdo de Asociación Económica (EPA por sus siglas en inglés) entre la UE y Japón. El documento, cuyas negociaciones se iniciaron en marzo de 2013, pretendía paliar el desequilibrio en la balanza comercial entre ambos mercados en beneficio de Japón.
El tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Japón supondrá un ahorro de unos 1.000 millones de euros en aranceles para las compañías del Viejo Continente
La Comisión Europea solicitó un estudio independiente del impacto que tendría el tratado, donde su apuntaba que una de las hipotéticas ventajas es que la productividad de la Unión se incrementará hasta un 0,76%. En paralelo, un estudio de la London School of Economics citado por el mismo organismo apuntaba a que las exportaciones europeas al mercado japonés podrían incrementarse más de un 33%.
La Comisión señalaba a la industria textil y de la moda como una de las beneficiarias del EPA, gracias a la supresión de aranceles a las importaciones, que ascienden a unos 1.000 millones de euros, y la eliminación de ciertas barreras fruto de una regulación poco concisa. Según el organismo, la venta al exterior de mercancías europeas por valor de 1.000 millones de euros representa unos 14.000 empleos en el continente.
En 2016, el déficit comercial entre la Unión Europea y Japón fue de 8.200 millones de euros negativos. La región importó bienes y servicios del mercado nipón por valor de 66.400 millones de euros, mientras que sus ventas al país se situaron en 58.100 millones de euros.
Indonesia concentra el grueso del Producto Interior Bruto (PIB) del Sudeste Asiático y cuenta con una población de 250 millones de habitantes
Sin salir del continente asiático, Indonesia es otro de los países con los que la UE quiere estrechar sus lazos. Iniciadas en julio de 2016, las negociaciones entre ambos territorios cuentan ya con tres rondas de contacto a sus espaldas. Al igual que en el caso de Japón, la voluntad de la Comisión Europea es equilibrar la balanza comercial con el país asiático, que en 2016 tuvo un saldo negativo de para la UE de 4.200 millones de euros.
En la actualidad, Indonesia cuenta con los beneficios que le otorga el formar parte del Esquema Generalizado de Preferencias de la UE, bajo el cual el 30% del total de importaciones que realiza el Viejo Continente desde Indonesia cuentan con una tasa impositiva más baja. El interés de la Unión radica en la posición privilegiada de Indonesia dentro de la Asociación de Nacionales del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés).
El acuerdo de libre comercio entre la UE e India está congelado desde 2013 por desacuerdos en materia arancelaria y de libre circulación de datos
El mercado indonesio representa el 36% del Producto Interior Bruto (PIB) de Asean y es el país más habitado de la región, con 250 millones de habitantes. Los textiles y el calzado son la tercera y cuarta categoría de producto que más importa la UE del país. Ambas representan casi el 23% de las compras totales a Indonesia y, en 2016, tuvieron un valor de 3.324 millones de euros.
En el pasado, la Unión ya ha cerrado acuerdos bilaterales de comercio con otros países miembros de Asean. El primero de ellos fue Vietnam, en 2014, y un año más tarde, se añadió un nuevo pacto comercial con Singapur.
India, un tratado en ‘stand by’ por la seguridad
Las negociaciones entre la UE e India por el Broad Based Trade and Investment Agreement (Btia) arrancaron en 2007, aunque están congeladas desde 2013, cuando tuvo lugar la decimotercera ronda de contactos. Desde entonces, el tratado se ha discutido en reuniones informales durante cuatro ocasiones.
El principal escollo en las conversaciones entre ambos territorios es la supresión de los aranceles a los automóviles y el alcohol de origen europeo, así como el hecho de reconocer India como un país data-secure, según los preceptos europeos, lo cual permitiría el libre intercambio de datos e información entre ambos mercados.
El textil y las prendas de vestir representan el grueso de las importaciones de la UE desde India, por delante de los químicos y los productos de ingeniería. Las compras de la UE al mercado indio ascendieron a 39.300 millones de euros en 2016, frente a los 22.600 millones de euros que representaron en 2006.
De Mercosur a Canadá: la UE acelera en América bajo la era Trump
Otro de los tratados comerciales que la Unión Europea está negociando el actualidad tiene el foco puesto en Latinoamérica. Se trata de la asociación con Mercosur, la mayor alianza de estados de América del sur. La UE tiene como interlocutores a los cuatro países fundadores de esta unión: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
El cierre del acuerdo con Mercosur, cuya negociación arrancó hace dos décadas, supondría la supresión de unos derechos aduaneros muy exigentes para la moda europea, cuyo volumen de exportaciones a esta región es muy bajo comparado con el de algunos países vecinos. Por ejemplo, el documento de puntos clave elaborado por la Comisión describe aranceles del 35% para las prendas de vestir y del 26% para los géneros de puntos.
Ante estas halagüeñas perspectivas para el sector, las patronales del textil de ambas regiones manifestaron el pasado diciembre su apoyo. Entonces, Euratex y su homóloga brasileña Abit firmaron un comunicado conjunto en que subrayaban que están en un sector “intenso y global” con “un importante papel a jugar” en un tratado de estas características. Se cree que el cierre del acuerdo entre la UE y Mercosur se produzca en la primera mitad de 2018.
El tratado de libre comercio entre la UE y Mercosur cuenta con el apoyo tanto de Euratex, la patronal europea del textil, como de Abit, su homóloga brasileña
En el norte del continente americano, Canadá figura como otro de los actores internacionales con los que la UE ha avanzado para regular de manera bilateral su relación comercial. A finales de 2016, el ejecutivo europeo y el país presidido por Justin Trudeau sellaron el Acuerdo Económico y Comercial Global (Ceta por sus siglas en inglés), que entró provisionalmente en vigor el pasado septiembre.
El principal beneficio del Ceta es la eliminación de los derechos de aduana, lo cual reducirá los precios que los canadienses deben pagar por los productos europeos. Asimismo, la supresión supone un ahorro de 400 millones de euros al año para las compañías europeas que operan en el mercado canadiense. En paralelo, el tratado incluye las obligaciones de Canadá y la UE que se establecen en los acuerdos internacionales sobre derechos de los trabajadores y protección del clima y el medio ambiente.
Pese a que en su descripción sobre el tratado la UE no cita explícitamente la industria textil como especial beneficiaria del acuerdo, Bruselas sí recoge ventajas del Ceta para las industrias creativas. Entre ellas destacan que se reforzará la protección de los derechos de autor y el refuerzo de las medidas fronterizas canadienses contra los productos de marca falsificados o con indicación geográfico falsificados.