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Del panti a las mascarillas: la crisis del Covid da otra oportunidad a Marie Claire

El Confidencial / España, comunidad Valenciana, Víctor Romero

Por qué comprar en China cuando se puede fabricar en España. Con esta filosofía han comenzado a fabricar en tiempo récord miles de mascarillas de protección sanitaria un grupo de empresas de la Comunidad Valenciana, entre las que figura el histórico productor de medias, ropa íntima y calcetines Marie Claire. Todos ellos han compartido la gestión conjunta del proceso de certificaciones y homologaciones con el objetivo de constituir un clúster regional capaz de nutrir las necesidades sanitarias de su entorno en plena crisis del coronavirus y en un contexto de fuerte demanda internacional de ese tipo de productos, con muy pocos países productores.

El de Marie Claire es un caso de libro de víctima textil de la globalización. Con fábrica en Villafranca del Cid y centro logístico en Borriol, arrendado al fondo de inversión GreenOak, la empresa tuvo sus años dorados hasta principios del siglo XXI, con más de un millar de empleados, operaciones de adquisición en el extranjero y vocación de convertirse en multinacional. Sin embargo, fue en la entrada de la nueva centuria cuando comenzaron a aflorar tensiones entre la familia fundadora (los Aznar) y los fondos de inversión que compartían accionariado. En 2004, los fundadores salieron de la gestión de la empresa y en 2005 la mayoría del capital pasó a manos de un grupo de directivos respaldado financieramente por el Banco de Valencia, el BBVA y el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).

La idea es generar un clúster textil regional que permita amortiguar la dependencia de China durante la pandemia e intentar consolidarlo

Los números rojos forzaron en 2008 un primer expediente de regulación de empleo (ERE). Desde entonces, se han sucedido los ajustes. La plantilla ha quedado reducida a un tercio y ha necesitado de la respiración asistida del IVF para seguir adelante. La reconversión como fabricante de mascarillas homologadas permitirá a Marie Claire suspender el ERTE que tenía previsto acometer como consecuencia del parón provocado por el coronavirus en lo que ha sido un movimiento de un grupo de empresas valencianas respaldadas por la Conselleria de Economía para reorientar su línea de producción a la elaboración de material de protección para el personal sociosanitario.
La Generalitat valenciana está comprando material en China, pero también a empresas locales que han homologado mascarillas. (GVA)
La Generalitat valenciana está comprando material en China, pero también a empresas locales que han homologado mascarillas. (GVA)

Tras esta iniciativa, subyace el deseo de intentar consolidar una industria local que permita frenar la dependencia de los proveedores chinos en un momento en que la elevada demanda ha disparado los precios y ha convertido el mercado internacional en una jungla donde los países compiten por hacerse con los productos. Además de Marie Claire, forman parte del grupo de textiles que están homologando material Cotoblau, Funcotex, Euromoda y otras cuatro textiles. Han tenido el respaldo del Instituto Tecnológico Textil (Aitex), habilitado en España para certificar productos, además de especializado en proyectos de investigación de nuevos tejidos. En concreto, los ensayos realizados por Aitex en el material de las mascarillas FFP3 se han centrado en tres parámetros: determinación ‘in vitro’ de la eficacia de la filtración bacteriana (BFE), la transpirabilidad (presión diferencial) y la presión de la resistencia a las salpicaduras, según señalan desde el departamento que dirige Rafael Climent (Compromís).

La patronal autonómica del sector, Ateval, se ha encargado de asesorar en la configuración de las salas blancas, los espacios con determinadas condiciones higiénicas que establece la norma para poder fabricar material de protección sanitaria.

Según explica Càndid Penalba, propietario de Cotoblau y uno de los impulsores del proyecto, la capacidad de producción es de más de 25.000 mascarillas diarias por empresa. “Estamos subiendo cada día. Aquí no fabricábamos este producto y en China están muy automatizados. Ahora tenemos que hacerlo muy manual, pero vamos automatizando y las operarias van cogiendo habilidad”, asegura a El Confidencial. En breve, el plan es ser capaces de producir seis millones de mascarillas (más de 100.000 diarias), que tienen a la Conselleria de Sanidad de la Generalitat valenciana como principal cliente. No obstante, estas mismas empresas están fabricando también batas estériles con destino a hospitales de toda España.

Las homologaciones se han gestionado en tiempo récord, en un contexto en el que son muchos los empresarios que están tratando de obtener las licencias y ha habido quejas sobre la burocracia y los tiempos en los procesos. Marie Claire, Cotoblau y el resto de este clúster de emergencia han jugado en casa con el respaldo de la Generalitat y la cercanía a Aitex, y han gestionado además la licencia previa de funcionamiento otorgada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Penalba explica que resolver administrativamente este tipo de licencias puede consumir meses, pero en esta ocasión todo ha sido ágil. “Tiene un proceso costoso y largo que puede durar hasta seis meses, pero se hizo en 15 días”.

El Gobierno ha tratado de reducir trabas para agilizar los procesos en plena crisis sanitaria por el coronavirus. Aun a riesgo de asumir posibles demandas por problemas de calidad, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó este martes una instrucción para que la Agencia Española de Medicamentos pueda expedir “cuantas autorizaciones expresas sean posible” para la utilización de las mascarillas y batas quirúrgicas, aunque “no hayan satisfecho los procedimientos de evaluación”.
Colaboración con Industria

Aitex, muy reconocido internacionalmente, ha colaborado también con el Ministerio de Industria, junto con la Secretaría General de Industria y Pyme, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, en la elaboración de guías técnicas para que empresas españolas puedan certificar todo tipo de productos de protección sanitaria: mascarillas, gafas de protección, batas, trajes EPI, guantes y pantallas faciales.

El Instituto Tecnológico, con sede en la ciudad alicantina de Alcoy, ha comenzado a trabajar con turnos para evitar riesgos de contagio por aglomeración, pero tiene a casi toda su plantilla (290 personas) centrada en labores de certificación para fabricantes nacionales y también europeos que quieren producir material sanitario. Se trata de un procedimiento que incluye pruebas en laboratorios y que no es rápido, puede durar un mes, pero en el que el instituto tecnológico trabaja sin descanso desde que estalló la crisis sanitaria. Hay cola en la puerta y llegan prototipos de empresarios interesados en certificar su producto casi a diario. Es la fiebre de la mascarilla. Una herramienta a la que apenas se prestaba atención hace poco más de un mes y que puede salvar vidas.

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