Desde 1980- cuando visité Corea del Sur en una misión de la ONU- y 1981, en una misión financiera asiática , constaté que el “milagro coreano”, objeto de admiración –al igual que el Mexicano de las cuatro décadas anteriores, que estaba concluyendo- tenía una explicación menos milagrosa y más terrenal: un marco institucional apropiado, políticas sostenidas con visión de largo plazo y líderes reconocidos, con capacidad de gobierno y de incorporar al proyecto de país a empresarios nacionalistas mediante políticas publicas pragmáticas consensuadas. Los logros industriales de México eran envidiados en materia automotriz, petroquímica y de nueva infraestructura.
El modelo coreano, inspirado en el japonés, tuvo un fuerte apoyo en la austeridad por decreto del Presidente General Park Chung-Hee y en una cultura que asignaba particular importancia al ahorro, a la disciplina personal y a la superación por vía de la educación y una serie de instituciones y políticas públicas y privadas.
En las últimas semanas he participado en diversos foros que han examinado los grandes logros de Corea del Sur en materia de desarrollo industrial y tecnológico en las últimas cuatro décadas, su impacto sobre el crecimiento y bienestar general y las expectativas de un futuro ascendente. Según el Banco Mundial Corea saltó de un PIB per cápita de 155 USD en 1960 a otro de 27 221 mil USD en 2015. México pasó de 342 en 1960 a 9 009 USD en 2015.
Cinco conclusiones muy claras:
1) El éxito de Corea del Sur ha dependido no de la inversión extranjera, sino de un estado fuerte, desarrollista, que ha sabido apoyar de manera sostenida a sus grandes –pero también a las medianas y pequeñas empresas nacionales- e impulsar la innovación para alcanzar y superar frecuentemente a las mejores empresas mundiales en el mercado global.
2) Una política industrial dinámica- no el abandono de las empresas a las fuerzas de libre mercado- ha hecho posible apoyar con éxito las iniciativas que han tomado sus grandes empresas para renovarse y transformarse, abandonando industrias declinantes y de uso intensivo de mano de obra barata para abordar nuevas ramas de mayor contenido tecnológico y rentabilidad, en las que las patentes juegan un papel creciente.
3) Un factor clave ha sido la construcción de una red de infraestructura moderna y un marco institucional, que ha fortalecido el poder de una burocracia eficaz, muy preparada, que ha unido fuerzas con un empresario nacionalista, con financiamientos preferenciales públicos y privados; condicionados al cumplimiento riguroso de metas concretas de competitividad, productividad, exportaciones e innovación. La rendición de cuentas de funcionarios y empresas y la aplicación efectiva de penalizaciones por incumplimiento ha sido crucial en la legitimidad y permanencia de estos sistemas.
4) Su actual liderazgo económico, político y tecnológico es el resultado de un proceso de transformación institucional y grandes inversiones que le han permitido adaptarse a la globalización en aras siempre del interés nacional y de un desarrollo tangible y con notable equidad para todos sus habitantes.
5) Aunque por su importancia industrial y el tamaño de su mercado Corea del Sur ha sido cortejada por los EUA para incorporarse al TPP, se ha resistido, considerando que son más los riesgos que los beneficios derivados del acuerdo. A pesar de la fuerza de sus grandes empresas, líderes mundiales en innovación – Samsung, Hyundai, Kia -un total de 14 dentro de las 500 mayores de Fortune- sus grandes rivales tienen bastantes más: EUA 133, Japón 65, y China 63, con un alto nivel de patentamiento, que sería reforzado por el acuerdo y dificultaría a Corea progresar en el desarrollo de innovaciones en sus ramas de excelencia y en las que quisieran convertirse en líderes en un futuro. Además con ellos y los países de Asean tienen acuerdos comerciales que les permiten avanzar en su estrategia. Prefieren observar la evolución del TPP desde afuera -si es que se llega a autorizar por el congreso de los EUA- y en todo caso incorporarse más tarde.
La visión de economistas distinguidos de Corea del Sur, que recientemente han estado en América Latina – Ha-Joon Chang de Cambridge en Chile y Keun Lee de la Universidad de Seul, en México- , es respetuosa, pero escéptica respecto a nuestra evolución económica y la incorporación de México, Chile, Colombia y Perú al TPP.
Reconocen que vivimos situaciones distintas en momentos diferentes y que así como Corea del Sur no copió el modelo japonés, sino que lo imitó, innovándolo y adaptándolo a sus circunstancias particulares, nuestros países tienen que encontrar sus propias rutas. México, por ejemplo muy dependiente del TLCAN y los EUA tiene desafíos particulares.
Sin embargo, reiteran que a pesar del éxito de las estrategias seguidas en México y Chile en algunas industrias: automotriz y aeronáutica en México; agro industrias en Chile; nuestro avance encuentra limites serios en el modelo de economía abierta y libre mercado. En ninguno de los dos países otorgamos suficiente importancia a la promoción de empresas nacionales de avanzada tecnológica propia; seguimos dependiendo para nuestro crecimiento y exportaciones de inversiones y tecnologías extranjeras y, en cualquier caso, nos hemos concentrado en materias primas y bienes industriales con bajo contenido nacional.
Ha-Joon Chang, en una larga entrevista en Chile a la revista Techint y Keun Lee, en un foro reciente organizado por la UNAM y la UAM, afirman que sería un error incorporarse al TPP en caso de que este prospere políticamente. Aun en EUA hay fuertes críticas al apoyo que obtuvieron las grandes empresas trasnacionales frente a los intereses de la población y la capacidad de acción de las políticas gubernamentales en áreas como la salud, el medio ambiente y los servicios de alta tecnología.
Ha-Joon Chang afirma que es un error creer que la educación superior, por sí sola, nos llevará al desarrollo y califica de ideológica la posición de que el pobre es flojo – en realidad trabaja más horas que el de los EUA, Europa e incluso Japón y Corea de hoy en día. “Si los pobres y los sectores medios tuvieran conciencia de que su situación depende de la organización productiva de su país, presionarían por cambios”. El foco central de su crítica es el neoliberalismo, pared que dice, nos impide crecer como lo hizo Corea.
La mayor necesidad: la de un estado fuerte, desarrollista, con una mezcla inteligente de incentivos de mercado y de empresarios innovadores con visión nacional en la globalización; conclusión que fue también la del Seminario Nueva Política industrial de El Colegio de México, en el que el mexicano Juan Felipe López Aymes presentó su libro: Corea del Sur. Economía Política del Cambio Institucional.
Ojalá y los asistentes a la Convención anual de CONCAMIN, que se inicia mañana en Guadalajara, mediten estos mensajes.