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CÁMARA NACIONAL

DE LA INDUSTRIA TEXTIL

¿A las puertas de otro 2005? El efecto rebote de la guerra comercial entre EEUU y China

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha dado luz verde a imponer aranceles del 25% a importaciones procedentes del gigante asiático por valor de 60.000 millones de dólares.

Trump amenaza a China y sitúa al textil europeo a las puertas de otro 2005. La batalla comercial que ha abierto el presidente de Estados Unidos frente al gigante asiático podría tener un efecto rebote en la industria europea del textil y la confección. En el caso de que el Gobierno estadounidense gravase artículos textiles, prendas de vestir y calzado procedente de China, podría modificar sus flujos comerciales y derivarlos hacia otros territorios, ya sea en busca de otras puertas de acceso alternativas a Estados Unidos o de otros mercados de consumo.

 

Ante este escenario, los mercados europeos volverían a desbordarse de oferta textil y de calzado, tal y como ocurrió en 2005 con la liberalización mundial de las cuotas, mientras el comercio internacional vuelve a reajustarse. Una sobre oferta en los países europeos tendría un impacto directo no sólo en los precios de consumo, sino también en los de la producción, dañando la recuperación de la fabricación en proximidad.

 

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dio luz verde la semana pasada a imponer aranceles del 25% a importaciones procedentes del gigante asiático por valor de 60.000 millones de dólares. Ahora, la Oficina de Comercio estadounidense se ha dado dos semanas para preparar el listado de 1.300 productos sobre los que se aplicará la subida de tasas.

 

 

Si Washington subiera los aranceles a artículos textiles y calzado, modificaría sus flujos comerciales globales

 

 

No obstante se espera que los artículos con más riesgo a que se les apliquen medidas proteccionistas son las que compiten en producción estadounidense. Entre estos se encuentran el textil y el calzado, junto con otros bienes de consumo, como los muebles o aparatos electrónicos, u otros industriales o de telecomunicaciones. Una vez se presente la lista definitiva, el Departamento del Tesoro del Ejecutivo de Trump deberá presentar su plan. La iniciativa también deberá presentarse a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

 

Por el momento, retailers y fabricantes de calzado ya han avanzado que la penalización arancelaria a las importaciones de prendas y zapatos se traducirá en un aumento de los precios al consumidor. Entre los grupos de distribución que han pedido a Trump que dé marcha atrás en esta decisión se encuentran Walmart, Target, Best Buy o Macy’s, entre otros. También han solicitado que esta medida no se aplique Nike, Payless Shoesource o Under Armour, entre otras.

 

China es el principal proveedor de prendas de vestir de Estados Unidos. Un tercio de las compras de ropa del mercado estadounidense proceden del gigante asiático. En 2017, el país importó prendas de China por valor de 27.030 millones de dólares, un 3,2% menos que el año anterior. En el caso del calzado, China genera el 56% de las importaciones de Estados Unidos. En los diez primeros meses de 2017, las compras estadounidenses a China de este sector rozaron los 12.000 millones de dólares, un 4,7% menos que en el mismo periodo del año anterior.

 

La batalla comercial entre Estados Unidos y China se sigue de cerca desde otros países y varios sectores económicos. El textil europeo, por ejemplo, es uno de ellos. El enfriamiento de las relaciones comerciales entre ambos titanes y, en concreto, en los artículos textiles y calzado, podría tener consecuencias sobre los actuales flujos comerciales. Por un lado, derivaría parte de la mercancía a buscar otras puertas de acceso al mercado estadounidense, como México o Canadá.

 

 

Estados Unidos todavía no ha elaborado la lista de artículos afectados, pero se prevé que incluya el textil y el calzado

 

 

Sin embargo, esta vía será compleja, ante la dificultad por alcanzar un acuerdo en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan). Una de las cuestiones de conflicto es precisamente las reglas de origen. En este sentido, para que un artículo pudiera entrar sin trabas arancelarias a Estados Unidos desde México o Canadá, tres de sus mayores transformaciones industriales deberían ejecutarse en estos países. Así, una prenda mexicana podrían entrar libremente en el mercado estadounidense si la hilatura, la tejeduría y la confección, por ejemplo, se han realizado en alguno de los tres países.

 

Con esta medida, Estados Unidos intenta evitar que sus países vecinos sean una puerta de entrada de artículos hechos en China. México, además, acaba de sellar el Acuerdo Transpacífico (TPP), en el que están varios países asiáticos, entre ellos, Vietnam, donde fabricantes chinos han reforzado su inversión en los últimos años.

 

Por otro lado, en el caso de que Estados Unidos bloquease el comercio de prendas de vestir y calzado procedente de China, parte de este volumen de producto podría derivar hacia otros mercados de consumo, como la Unión Europea. Bruselas, además, políticamente se encuentra en el extremo opuesto a Washington en materia comercial y, para más inri, también se ha sentido amenazada por su máximo dirigente.

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