En febrero de este año, los ministros de comercio de 12 países de la Cuenca del Pacífico firmaron el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). El tratado, que reuniría a naciones que representan el 40 por ciento de la economía global, pretendía convertirse en el nuevo estándar de las relaciones comerciales en el siglo 21.
Sin embargo, el TPP quedó en vilo, paradójicamente, por la falta de voluntad política de Estados Unidos, el mayor promotor del acuerdo. Tanto Hillary Clinton, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, como Donald Trump, el candidato republicano, se han opuesto públicamente al TPP.
El acuerdo aún no ha sido ratificado por el cuerpo legislativo de Estados Unidos, Nueva Zelanda, Malasia, Vietnam, Singapur, Japón ni México.
La indefinición ha orillado a los países asiáticos a voltear hacia la alternativa ofrecida por China: la Asociación Económica Regional Comprehensiva (RCEP, por sus siglas en inglés), un tratado que sustituiría al TPP como el mayor acuerdo comercial en el mundo.
De los 16 países que se encuentran negociando el RCEP, siete son signatarios del TPP.
Pese a que pocos analistas esperan que el acuerdo promovido por China alcance un consenso en el corto plazo, el viraje de los países asiáticos pone presión sobre la administración del presidente estadounidense Barack Obama para conseguir la aprobación del TPP.
El viernes, los ministros de comercio de los diez países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) sostuvieron una reunión en Filipinas con otros seis países de Asia entre los que se incluyen India, China y Japón.
El avance del RCEP se convertiría en el tiro de gracia que pondría fin al TPP, un acuerdo que derivó de ocho años de negociaciones.
Cuando la administración de Obama promovió el TPP, el principal argumento utilizado se basó en que era necesario implementar un tratado que surgiera como contrapeso a la creciente influencia comercial de China.
No obstante, ahora, el riesgo de que China consolide su liderazgo comercial es mayor que nunca. El RCEP reuniría a países que en conjunto representan un cuarto del producto interno bruto del mundo y más de un tercio de las exportaciones globales.
RCEP y la pérdida de competitividad
La semana pasada, el Consejo de Asesores Económicos de la Presidencia de Estados Unidos emitió un estudio en el que se concluye que si la administración de Obama no logra conseguir la aprobación del TPP, su lugar sería tomado por el RCEP.
Esto dejaría a Estados Unidos en una posición de desventaja, en términos económicos y geopolíticos.
“Si el TPP no es aprobado y el RCEP entra en vigor, que es lo que todos estos países han dicho que planean hacer, entonces las empresas estadounidenses se enfrentarían a una degradación directa en su posición competitiva”, refirió Jason Furman, jefe de asesores económicos de Obama.
La principal preocupación del estudio yace en que los bienes y servicios estadounidenses perderán terreno frente a las empresas chinas en el mercado asiático, particularmente en Japón.