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La UE y Japón se alían frente a la Nueva Ruta de la Seda china

ABC.es / España, Economía, Pablo. C. Diez.

Intentando recuperar protagonismo en la escena internacional, la Unión Europea y Japón, dos potencias cuyo peso económico no se traduce en influencia política, se han aliado para hacer frente a un mundo cada vez más polarizado entre Estados Unidos y China. Tras su tratado de libre comercio suscrito el año pasado, Bruselas y Tokio firmaron a finales de septiembre un acuerdo sobre inversiones en infraestructuras para fomentar la «conectividad» entre Europa y Asia. Dotado con 60.000 millones de euros prometidos por fondos comunitarios, bancos de desarrollo e inversores privados, este plan supone una respuesta a la Nueva Ruta de la Seda que, desde 2013, viene impulsando China con proyectos de infraestructuras y comercio en más de 60 países del Sudeste Asiático, Asia Central, Oriente Medio, Europa y África.

Rubricado antes del relevo que tendrá lugar en la Comisión Europea en noviembre, el acuerdo avanza también la postura más dura que sus nuevos responsables adoptarán con el autoritario régimen de Pekín, que la diplomacia comunitaria define como «oportunidad económica y socio en asuntos globales», pero también como «rival sistemático».

«Ya sea una carretera o un puerto, cuando l a UE y Japón acometen algo, somos capaces de construir una conectividad sostenible y basada en normas desde el Indo-Pacífico hasta los Balcanes Occidentales y África», garantizó el primer ministro nipón, Shinzo Abe, según informa la agencia Reuters. Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, abogó por llevar a cabo proyectos de infraestructuras, transportes y digitales «sin montañas de deuda» ni dependencia «en un solo país».
Dardos envenenados

Con estas críticas veladas, ambos lanzaron sus dardos envenenados contra la Nueva Ruta de la Seda, en la que China ha invertido más de 60.000 millones de dólares (54.460 millones de euros) y está generando ya un comercio por valor de 5 billones de dólares (4,5 billones de euros). Bautizada como «Una Franja, Una Ruta», dicha iniciativa ha dotado de importantes infraestructuras a países pobres que, de otro modo, no habrían recibido financiación internacional. Pero también está resultando muy polémica porque algunos Estados se han endeudado con estos grandes proyectos construidos por empresas chinas, construidos a veces al margen de los pertinentes estudios de impacto medioambiental y firmados con frecuencia gracias a una corrupción rampante con la que Pekín hace la vista gorda con tal de seguir extendiendo su influencia geoestratégica.

A través de su «poder blando», esta expansión china preocupa no solo a Japón, vecino con el que mantiene disputas territoriales avivadas por su rivalidad histórica, sino también a la Unión Europea. Bruselas teme que los «generosos» proyectos chinos abran una división entre las potencias centrales, como Alemania, Francia y los Estados nórdicos, y las naciones que más sufrieron la crisis de 2008 y necesitan liquidez para sus arcas públicas, como Grecia, Portugal, Italia, España y los países del Este.
Bruselas cree que los «generosos» proyectos chinos puede dividir a las potencias centrales del Viejo Continente

Un claro ejemplo es la autopista entre Serbia y Montenegro que, construida por una empresa china, ha endeudado peligrosamente a sus gobiernos. A Bruselas le inquieta el foro de cooperación entre China y los países de Europa Central y del Este -conocido como 17+1-, donde sus fondos comunitarios, cifrados en 230.000 millones de euros, se pueden ver eclipsados por inversiones de Pekín muy pomposas, pero que solo llegan a los 600 millones. Otro temor es el cada vez mayor control de las navieras chinas como Cosco en los puertos de toda Europa, desde El Pireo en Atenas hasta Rotterdam pasando por Hamburgo, Amberes, Valencia o Bilbao.
Alternativa de conectividad

«Para hacer que la conectividad entre Japón y Europa sea algo como la roca sólida, el Indo-Pacífico, la ruta marítima que lleva al Mediterráneo y el Atlántico, debe ser libre y abierta», recordó Abe, según recoge France Press. Con ese término, Indo-Pacífico, Tokio presenta su alternativa a la nueva Ruta de la Seda china incluyendo a otro de los rivales históricos de Pekín, la India.

Aliándose con la UE, Japón intenta así contrarrestar el auge chino no solo en Asia, sino en todo el mundo. Si antes contaba con EE.UU. como principal aliado, la presión comercial que está ejerciendo Trump ha obligado al Gobierno nipón a buscar nuevos socios. El año pasado, la Unión Europea firmó con Japón su mayor tratado de libre comercio, que suma un tercio de la economía global y 600 millones de personas y prevé suprimir en los próximos años aranceles que ascienden a mil millones de euros anuales. Con los fondos prometidos por Bruselas para inversiones en infraestructuras, transportes y comercio, su colaboración con Tokio podría resultar igual de provechosa.

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