Y hablando de la nueva refinería de Dos Bocas, la presentación del fin de semana en Paraíso, Tabasco, dejó claro que el proyecto va, pese a todos los argumentos en contra.
Apenas la semana pasada, Alberto Montoya, subsecretario de la Secretaría de Energía (Sener), justificó la obra con el argumento de que si en México se venden alrededor de 450 mil automóviles que usan combustibles fósiles, esta Administración tuvo un ‘gran acierto’ al proponer este complejo.
Dos Bocas ha estado en el ojo del huracán desde que el Presidente Andrés Manuel López Obrador la anunció como su legado.
Pero las calificadoras han puesto en vilo la evaluación crediticia del País debido a que no creen que se pueda edificar con 8 mil millones de dólares y quedar concluida en tres años.
Quienes ahora están al frente de Sener no comprenden como Fitch o Moody’s le concedieron a Pemex una ‘buena’ calificación a la petrolera más endeudada del mundo e incluso desde el Gobierno se les ha tachado de hipócritas.
Lo cierto es que el proyecto de Rocío Nahle va; con o sin permisos ambientales, con o sin la aprobación de las grandes calificadoras, con o sin la certeza de que México sea autosuficiente en combustibles.