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La aprobación legislativa del USMCA

Informador, Ideas, Luis Ernesto Salomón

En la parte estadounidense, el informe sobre el impacto y la conveniencia de ratificar el USMCA ha sido elaborado y está disponible en la Casa Blanca, que puede iniciar el proceso formal de debate legislativo al enviar al Congreso su propuesta, lo que se espera suceda en las próximas semanas.

Pero Trump tiene la idea fija de enviar la propuesta de aprobación con una amenaza anexa de denuncia del tratado vigente, como una medida de presión al Congreso para que lo apruebe como él lo manda, o lo denuncia, y termina con el acuerdo vigente del todo. Si esto es así, vamos a navegar por aguas procelosas en los próximos meses. Para complicar las cosas, la administración estadounidense debe discutir los aranceles impuestos al acero y aluminio de México y Canadá, antes del debate en el Capitolio y este tema es también complejo de resolver.

En la parte mexicana falta definir los alcances y puesta en marcha de la Reforma Laboral derivada del propio anexo 23 del Tratado, que ha sido aprobada en parte, porque falta aún definir el destino de la libertad sindical de los trabajadores al servicio de las entidades públicas. En ese sentido, muchos legisladores de los Estados Unidos, quienes recuerdan las ofertas incumplidas del anexo laboral del TLCAN por parte de México, consideran que lo que ha sido aprobado es aun superficial, y los grandes sindicatos afiliados a la AFL-CIO han iniciado una campaña para que se exija a México una reforma mucho más eficaz en el respeto al derecho de libre afiliación de los trabajadores; calificando lo aprobado como un paso insuficiente para merecer la aprobación del tratado en el Capitolio. Todo eso conforma un escenario complejo, pero quizá el punto crucial en el calendario es el inicio del proceso electoral en Estados Unidos previsto para noviembre próximo, a partir del cual será muy difícil cualquier aprobación legislativa.

A partir de que Trump haga llegar la propuesta al Congreso, éste cuenta con hasta 60 días legislativos para debatirlo y, en su caso, aprobarlo. Lo que significa, si no hay una aprobación entre julio y agosto, que las cosas se van complicar porque es probable que se decida enviar al año próximo el tema, una vez pasada la elección presidencial. Si como se ha dicho Trump se empeña en amenazar con la denuncia del Tratado vigente y esto se convierte en parte del discurso electoral tendremos meses de incertidumbre en el panorama económico y muchos proyectos de inversión serán puestos en espera de que suceda la aprobación.

Por si eso fuera poco hay que considerar que en Canadá habrá elecciones en octubre, lo que presiona también el calendario. En resumen: el escenario optimista supone una aprobación en agosto luego de un debate que ponga a la Reforma Laboral de México bajo la lupa. En el pesimista, se envía al Congreso la propuesta con la condición de su aprobación y la amenaza de denunciar la terminación del TLCAN vigente y se hace efectiva en el curso del proceso electoral.

Entre ambas opciones está una variedad de posibilidades, pero en todas ellas se coloca a México en una posición que requerirá de un intenso trabajo de cabildeo en Estados Unidos. Tal y como sucedió cuando se aprobó el TLCAN, es necesario desembarcar allá con una estrategia para hacer sonar la voz de los intereses de México, de los mexicanos y de los intereses de los Estados Unidos ubicados aquí.

En aquella ocasión se evitó la renegociación mediante el acuerdo de anexos laborales y ambientales. Ahora habrá que estar preparados para todo tipo de sobresaltos.

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