Si escogiéramos al azar un grupo heterogéneo de personas y les pidiésemos que nombrasen prendas propias de la época estival seguro que le vendrían a la cabeza ejemplos com las bermudas, la camisa de manga corta, las sandalias o cualquier otra, porque la lista es tan amplia y variada como los gustos y las preferencias. Sin embargo, si la pregunta es qué tejido relacionan con el verano, lo más probable es que una gran mayoría de esas mismas personas dé como respuesta el lino porque, sobre todo en el caso del armario masculino, éste no está completo si no cuenta con un pequeño espacio dedicado a las prendas fabricadas con é para los meses de calor.
El lino es un tejido cuyo origen está en la planta con la que comparte nombre (Linum usitatissimum), de la cual se extraen las fibras que dan lugar al material definitivo tan utilizado en la industria textil. Los libros de historia mencionan el cultivo de esta planta desde la protohistoria, en época de las primeras civilizaciones, concretamente en el Antiguo Egipto, donde también se hilaba. Es el tejido vegetal por excelencia junto al algodón aunque su producción es bastante cara, de ahí que sea tan común encontrarlo mezclado con otros en la confección de muchas prendas.
Doble producción, doble uso
Para entender bien cómo funciona la producción de lino a nivel mundial, es conveniente explicar que se le da un doble uso al cultivo de la planta de la que parte. Por un lado, se puede centrar la producción en sus semillas, las cuales se destinan para la industria alimentaria y, por otro lado, existe una producción mayor dedicada a la obtención de unas fibras determinadas que son las que sirven para la industria textil. Dentro de ésta, el lino se usa tanto para producir textil del hogar gracias a su gran capacidad para absorber y desprenderse del agua rápidamente como a la confección de prendas de vestir, donde está considerado uno de los tejidos de lujo.
Como casi todos los lujos, la historia del lino también está marcada por la tradición. En este caso los caminos de ambos se dividen entre los que parten desde Irlanda y los que lo hacen desde Italia. En Irlanda se produce el de mayor peso histórico. Era el lino preferido por la realeza europea del pasado, y su reputación era tal que se utilizaba para dar lustrosidad a los pequeños detalles tan característicos de la vida cotidiana de la aristocracia de finales del sXIX y comienzos del sXX, como por ejemplo las servilletas del restaurante más lujoso del Titanic, como bien explica Hugh Brewster en su libro ‘Titanic: el final de unas vidas doradas’, publicado en 2012, año del centenario del naufragio del transatlántico más famoso de la historia. En cuanto a Italia, el caché de su lino para confeccionar prendas de vestir se mantiene intacto con el paso de los años porque sigue siendo de una calidad excelente, lo que unido a la exquisita tradición del país transalpino para el arte de la confección, dan como resultado prendas únicas e inimitables.
Lo más curioso del lino en cuanto a su producción es que pese a ser el mejor considerado, Irlanda nunca ha cultivado lino, sino que lo importa de países como Francia, Holanda, o Bélgica, clásicos en el cultivo y producción del lino, a los que se han sumado en los últimos tiempos potencias emergentes como China que, a su vez, también importa para poder cubrir toda la demanda de producción de textil al por mayor. En el caso de la demanda de lino de lujo. gran parte de la producción sigue centrada sobre todo en Irlanda e Italia.
Se trata de un material carismático, capaz de ser a la vez popular y lujoso. Por un parte es bastante caro de producir y, por otra, es uno de los más comercializados por la industria. Y es que se trata de un tejido especial, ya que estéticamente las prendas producidas con él en exclusiva o con una mezcla en la que su presencia sea mayoritaria resultan inconfundibles a la vista. Además, su elegancia natural y su rugosidad característica permite que una prenda básica se convierta en diferenciadora por el hecho de estar fabricada en lino.
Resistente, termorregulable y absorbente
No es casualidad que el lino sea considerado el tejido ideal para el verano. Pese a que se pueden elaborar prendas para los meses fríos con él, sin duda alguna adquiere todo su protagonismo en verano por una serie de peculiaridades que le dejan sin rivales para esta época del año. Por ejemplo, se trata de un material termorregulable, que se adapta muy bien a la temperatura ambiental. Por lo tanto, es el tejido que más sensación de frescor permite cuando hace calor. A esto hay que añadir que se seca rápido, al menos en comparación con otros tejidos como el algodón. Y por si esto no fuera poco, el lino suma también la capacidad de absorción y la resistencia a su lista de virtudes. Cuanto mayor sea la calidad de la fibra de lino empleada, más resistente será el tejido definitivo.
Todos estos detalles tan personales del lino explican que sea un material atemporal ya que es capaz de sobrevivir a las sucesivas tendencias anuales. Eso sí, como todos los tejidos existentes, el lino tiene también sus límites, ya que es menos elástico que el resto de los materiales clásicos, lo que le hace ser menos versátil. Esto explica que su uso se restrinja en la industria para el diseño de camisas y pantalones sobre todo, aunque es sencillo encontrar también algunos trajes de verano y chaquetas de entretiempo fabricadas en él. Menos habitual es que se utilice en otras prendas veraniegas como el polo, cuya producción es más común en algodón, o en las diseñadas para afrontar las temperaturas menos cálidas, con la excepción de algún suéter que otro.
En general, todas las confecciones hechas en lino mantienen una línea sencilla y elegante, porque dan absoluta prioridad a la calidad y a la personalidad del tejido. Además, la gama de colores también es bastante reducida, destacando los azules, los blancos y los tonos tierra por encima del resto de tonalidades. Todas ellos permiten resaltar el brillo natural tan bello que desprende este tejido ancestral.
Dentro de que no es el más versátil el lino es tan protagonista en verano a nivel estético porque es el abanderado del estilo relajado que tan bien acompaña al estado de ánimo clásico de estas fechas sin renunciar ni un ápice a la elegancia gracias a la sensación de frescura al entrar en contacto con la piel y a su capacidad de brillar incluso cuando se va arrugando.